domingo, 18 de octubre de 2009

Don Teófilo

Don Teófilo finalmente consiguió ser el hombre más prolífico del pueblo. Más que el mismo gobernador.
Su primer esposa murió jovencísima de desesperanza, sin que la ayuda de ayas y sirvientas le aliviara de la tarea de criar a los trillizos.
La deslumbrante quinceañera que Don Teófilo compró para que le aliviase de las penurias de su tempranísima viudez reventó en el parto cuando su quinto vástago se hizo camino al mundo.
Al enviudar por segunda vez a los veintiocho años decidió llevar esa condición como estandarte.
Inseminar a cuanta muchacha le soportara lo atrevido de su mirada nunca le había costado mucho, tal vez por su aceitunada belleza, o por su cómoda posición social. Quizás por la alquimia de ambas circunstancias.
De modo que Don Teófilo continuó saciando su lujuria sin propósitos familiares y sin mediación de la iglesia ni la de la autoridad civil.

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