martes, 22 de septiembre de 2009

lobo


Ya hace tres días que no como.

Busco en cada costado del bosque.
Qué curioso. El camino, a horas como ésta, suele estar vacío. Huelo un cachorro de hombre, y lo veo, aunque no muy claro. Temprano por la mañana los hombres no aventuran a sus cachorros. Demasiado raro.
Salgamos de dudas. Nada perderemos con interrogarle.
- ¿A dónde te dirijes, niña, a horas tan tempranas?
Me contesta con toda confianza, la incauta
- ¿Vive muy lejos, tu abuelita?
- Yo tomaré este camino y tú este otro. Veremos quién llega más rápido.
Allí va la inocente, bellísima, buscando flores, distrayendose con los mirlos. Se ha agitado.Ya se quita la capa por el calor. ¡Ah, doncella es, que no niña!
¡No debo distraerme! Presto a lo de la anciana.

No fue difícil dar con la casa. La muchacha dio buenas señas.
- Abre, abuelita, que te traje pastel; abre, que también un tarro de manteca!
Bocado fácil. Cómo tiembla ante mis fauces, mi mirada. No logra pedir auxilio. ¡A devorarla al patio!. No dejar rastros del almuerzo

Un poco dura, pero dulce, la ancianita.
Ahora por la muchacha.
Al lecho, como estaba la buena señora.

- ¡Mueve la cerradura y se abrirá la puerta!
Caramba que es preciosa la criatura
- Deja la torta y la manteca y desnúdate, que te quiero conmigo en la cama.-
- Es que me he resfriado y la voz se me engrosó.-
Ya yace a mi lado y me perfuma con su desnudez. ¡Ay de mi, que no me descubra, que no se vaya!
- Para verte oirte olerte abrazarte tenerte mejor-
-Para gustar de tí mejor lamerte besarte tenerte, bellisima
Lloro que me hayas reconocido. Lamento que mi boca sea tan tosca que desgarre tu carne, tu carne, tu carne.
Ahora sólo comerte, yerta criatura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario