sábado, 26 de septiembre de 2009

Versión de la cosa por la muchacha conocida como Caperucita


Mamá me pidió que visite a la abuela. Está preocupada porque el hojalatero,ese que va de pueblo en pueblo y conoce a todos, dijo que la vió desmejorada.

Pobre mamita, ella no puede ir a verla. Yo la escucho cada día ¨Hombres, cómo les gusta hacer hijos y qué poco ocuparse de ellos. Y tu padre ¿Dónde está? Se va a trabajar al campo, qué no daría yo por cambiar su dura jornada por la mía, aunque sea por una vez¨, después de ordeñar a la cabra y mientras lava en el fuentón, de ocuparse de la huerta la verdura y las legumbres, dar de mamar al bebé,coser la calceta, preparar el almuerzo, moler pimienta, controlar el gallinero, fregar la vajilla.
¨Por favor, hijita, vete a lo de la abuela. Saca del horno una pieza de pan con cuidado de no quemarte y toma un cuenco del tarro de la manteca. Lo acomodas todo en la canasta con heno alrededor y lo cubres bien con un trapo húmedo. Te marchas temprano, que el sol de mediodía no te derrita la manteca¨
Pobre mamita, rara vez sonríe. Me acaricia el cabello y llora, pero no quiere contarme por qué. No sabe, dice.

La abuelita siempre fue muy buena conmigo. Antes venía a visitarnos montada en su burro, con dulces y confituras, pero hace tiempo que ya no lo hace. Dice mamá que se puso mala. Yo le pregunté por qué la abuelita no venía con nosotros, que hay un cuarto que podría ser para ella, pero mamá dice que mejor dejar las cosas como estan.
Cuando vea a la abuelita le voy a preguntar.

Cuando termino con la canasta le muestro a mamá. La revisa, me acaricia y llora, me llama su princesa y mil veces me recomienda que vaya con cuidado, que no me salga del camino por ningún motivo, que no hable con nadie.
Mamá de verdad está muy triste si no quiere que hable con nadie.

Ya salí de casa. Sopla una linda brisa. Los pájaros trinan con fuerza. La canasta es liviana pero incómoda y todo el tiempo la estoy cambiando de brazo.
Alguien al costado del camino me mira, envuelto en una capa.
Es Lobo. Me hace preguntas. ¿Por qué no conversar un poco con alguien que no sea mamá, mis hermanos o la monjita que me enseña los quehaceres domésticos? No se lo ve tan mal ni parece amenazante. Es buen conversador y simpático. De acuerdo, lobo, vamos a ver quién llega primero a lo de mi abuelita. por un momento olvidé que iba a visitarla

Qué voz tan rara tiene, pobre. ¿Será posible que al enfermar le hayan cambiado tanto los ojos y las orejas? ¡Si parece Lobo! (¿Qué estoy pensando?)

¿Por qué querría abuelita que me desnude? Nunca me pidió nada parecido. No debería acercarme, si está enferma. ¿Por qué tiemblo, abuelita? Casi no logro moverme. Tu aspecto me asusta. ¿Te parece correcto que me meta en tu cama si estás enferma? Casi no te reconozco, abuelita, nunca me hablaste así y sólo por no contrariarte te hago caso, pero quisiera que supieses que tu forma de portarte me atemoriza. Explicame un poco qué son esos ojos, esos brazos, esos dientes.

Ay.

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